This Week's Story
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¿Puede un médico que es una mujer con un ojo comenzar su práctica médica?

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.
¡Tú no puedes ser doctora!
parte tres
“Sh-sh, pequeño.” Elizabeth inyectó suavemente su párpado rojo. Él se quejó y apartó su cabeza. Agua salió de su ojo y cayó en el de ella. Pronto su ojo izquierdo le picaba. Se le hinchó y por la mañana el pus le cerró sus ojos. Ella fue infectada con la misma enfermedad que tenía su paciente infantil.
El tratamiento comenzó. Las sanguijuelas fueron puestas en sus sienes. Paños fríos, opio y el ungüento de la planta belladona fueron puestos en su frente. No se le daba nada más que caldo. Su ojo se le enjuagaba ligeramente con agua cada hora. Ella estaba consciente, pero con tanto dolor que no se deba cuenta de lo que sucedía a su alrededor.
Pasaron tres semanas. Entonces su ojo derecho se abrió, pero el ojo izquierdo, ya fuera abierto o cerrado, estaba en la oscuridad. Sintió miedo, lágrimas, incluso esperanza. Soy doctora Elizabeth Blackwell, pero ¿podré ser cirujana?
Fue a Prusia, tomó curas de agua y caminaba a menudo en las
montañas. Su ojo derecho se irritó e inflamó. Un oftalmólogo le dijo, “Para impedir que se infecte el ojo derecho, el ojo izquierdo debe ser retirado”.
Ella se desesperó, “me darán un ojo de cristal, un pedazo de vidrio sin expresión. ¿Me veré fea? ¿Debería de pensar no como mujer, sino como un buen médico? ¿Confiará la gente en mí—un médico con un ojo?”
A pesar de su ansiedad, Elizabeth tuvo la operación. ¿Qué hizo a continuación? Fue invitada a estudiar en el respetado Hospital Bartolomé en Londres, Inglaterra. Allí los estudios la absorbieron. Aunque en un principio quiso esconderse de la gente, se dio cuenta, no me miro mucho más diferente que antes de mi operación.
Ella hizo amigos con los médicos en el hospital. A menudo sus esposas la miraron como si ella fuera peculiar. No podían entender cómo una mujer podría tener el derecho de ser médico. Conoció a mujeres que fueron defensoras de los derechos de las mujeres. Admiraban su inteligencia y determinación al convertirse en la primera mujer médico en Inglaterra y los Estados Unidos. Le invitaron a fiestas, conciertos, exposiciones, conferencias, y el teatro.
Pronto Elizabeth inició su pasión de ser una doctora activa. Ella pensó, no puedo ser una cirujana, pero puedo ayudar a mejorar la educación para las mujeres. No competiremos con los hombres; contribuiremos. A ellas se les debe ofrecer excelente entrenamiento médico.
Ella había trabajado con médicos que utilizaban procedimientos médicos sucios. Se necesitaba entender la importancia del saneamiento y la higiene ¡Ella estaba decidida a dar mejor entrenamiento del que ella había visto y recibido!
Los estudiantes de medicina no solamente deben escuchar conferencias y leer libros; ellos necesitan estar en los hospitales observando las enfermedades de las que ellos aprenden y tener oportunidades de participar en el tratamiento. También se les debe permitir disecar cadáveres.
Salió de Inglaterra y en Nueva York buscó un lugar para comenzar su práctica médica. Cada vez que se presentó como la Dra. Blackwell, fue rechazada. Inesperadamente, ella encontró y alquilo varias habitaciones en un piso de una casa. Puso un letrero afuera y puso un anuncio en el periódico de Nueva York. “Dra. Elizabeth Blackwell abrió una oficina y está lista para pacientes”. Ningún paciente llegó.
Pronto podrá escuchar la parte cuatro de “íTú no puedes ser doctora!”
Soy Elena Gamez por Barbara Steiner. Está invitado a visitar thisweeksstory.com.
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