This Week's Story
Elizabeth Blackwell fue revolucionaria. Ninguna mujer "agradable" en la década de 1840 actuó como lo hizo.

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.
¡Tú no puedes ser doctora!
parte dos
Los vecinos de Elizabeth no querían nada con ella. Pensaban: tiene la moral baja o está loca. Es la única mujer preparándose para ser doctor. ¡Ella debe saber que ninguna mujer debería convertirse en médico!
Los compañeros de Elizabeth le trataron con cortesía y respeto. Algunos querían conocerla más. Ella pensó, no me involucraré con ninguno, o no podré llegar a ser médico. Ella se sentía sola, pero sus estudios le inspiraban.
Ella pensó que le iba a dar asco los pacientes enfermos o heridos, pero fueron sus profesores que le causaron nauseas. Llegaban de hospitales a las clases con chaquetas olorosas y manchadas de sangre y pus. Se limpiaban la sangre de sus manos con pañuelos y los ponían de nuevo en sus bolsillos.
El año escolar terminó, y a Elizabeth le fue bien en sus exámenes. Llegó el verano, y trabajó en el hospicio de Blockley en Filadelfia. Era un lugar muy sucio con un hospital, hospicio, orfanato y manicomio. Este fue el primer trabajo de Elizabeth, en medio del caos y sufrimiento.
Los médicos fueron salpicados de sangre como habían sido sus profesores. Las cubetas de suciedad y vómito no se vaciaban de forma regular y mantenían el aire contaminado. Los médicos usaban sanguijuelas negras para sacar la sangre. Las sanguijuelas lucían asquerosas, pero Elizabeth había aprendido que sacándoles sangre a las personas enfermas podría ayudarles a sentirse mejor. Algunos médicos preferían hacer una pequeña incisión con un cuchillo.
Elizabeth estaba horrorizada con las llagas, úlceras e infecciones incurables que muchas mujeres tenían de enfermedades de transmisión sexual. Ella estaba convencida de que a las mujeres se les necesitaba enseñar cómo evitar este tipo de enfermedades.
¡Su pensamiento fue revolucionario! Ninguna mujer educada hablaba de estas cosas en los años 1840. Ella escribió a su hermana Marian, “Ayúdame Dios a no ser ciega, indiferente o estúpida con relación a este asunto, como lo son la mayoría de las mujeres”.
Regresó a la Facultad de medicina y el 23 de enero de 1849 se graduó de la Universidad de medicina en Ginebra, convirtiéndose en la primera mujer médico en los Estados Unidos. En las ceremonias, el profesor Lee llamó a Elizabeth líder de su clase.
Pronto Elizabeth, ahora Dr. Blackwell, estaba en París. Se le había dicho, “Ve a Paris donde el entrenamiento médico más avanzado se encuentra”. Ella fue aceptada para entrenar en La maternidad en obstetricia. Muchas mujeres jóvenes iban allí para convertirse en parteras, pero Elizabeth era doctora certificada. Se enteró que los médicos franceses tenían poca fe en una doctora. Ella dejó que se le tratase como partera para poder conseguir el entrenamiento deseado.
Debido a que ella cuidaba de las mujeres y los bebés en el parto, no pudo escapar del horror de que muchos morían de una causa llamada fiebre puerperal. Menos morían cuando las madres tenían sus bebés en casa con la ayuda de una partera. Las mujeres rogaban, “Quiero tener a mi bebé en casa”.
Elizabeth vio a médicos realizar autopsias en los bebés y madres muertas y luego ir con las manos sin lavar para tratar a las mujeres en parto. Ella leyó un estudio realizado por el Dr. Semmelweis, que estaba estudiando la cuestión. Luego un impactante accidente destruyó uno de sus ojos.
La reacción de esta pérdida de Elizabeth, la sabremos muy pronto.
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