This Week's Story
Elizabeth Blackwell fue insultada, rechazada y respetada como doctora.

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.
¡Tú no puedes ser doctora!
parte cuatro
¿Qué hubiera hecho yo en 1851 si fuera capaz de hacer un buen trabajo, pero nadie quisiera contratarme por ser mujer? Tal vez esta pregunta no tiene sentido ya que estoy viviendo en el 2018, pero aun así son pocas las dentistas, albañiles y soldadoras bajo el agua, que son femeninas.
¡Ese fue el dilema de Elizabeth! Ella no podía ser contratada como doctora, y cuando comenzó su propia práctica, los pacientes no llegaron. Estaba perpleja. ¿Cómo convencer a las personas que soy una buena doctora y que tengo derecho de tener pacientes? Muchas personas necesitan atención médica en Nueva York donde estoy viviendo. Mis calificaciones son excelentes. Desafortunadamente, a los ojos del público, ¡soy una vergüenza para la feminidad!
He escuchado a gente preguntar, “¿Qué pasa con Elizabeth Blackwell? ¿Por qué no enseña, se casa y tiene hijos u ofrece servicios de limpieza? Ella podría ser una enfermera. Esas son ocupaciones respetables para una mujer”.
Pero, Elizabeth tenía treinta años, doctora y aun con la pérdida de su ojo izquierdo, decidida a ayudar a los pacientes. Ella caminaba cada día la mitad de su jornada observando a las jóvenes de la ciudad. Usaban corsés, ropa interior súper apretada para poder lucir delgadas. La piel de ellas no tenía buen color y la energía era baja.
Ella pensó: voy a dar a las mujeres una clase de educación física. Pondré un anuncio en el periódico New York Times. Lo hizo, y llegaron. Muy pocas al principio, pero el tamaño creció. Ella pensó: estas mujeres son inteligentes y de mente abierta.
Ella les dijo. “Señoras, me gustaría hablar con ustedes acerca de los problemas de las jóvenes de New York. La ciudad está llena de gente, y las condiciones de vida son malas. Las chicas no saben cuidar de sus cuerpos o mentes. Son débiles y necesitan ejercicio físico. ¡Carecen de buena estimulación mental! Señoras, anímenlas a correr, bailar, montar a caballo, aprender tiro al arco e incluso a luchar.
Pueden recibir más educación y estar seguras de que sus vidas tienen propósito. No deberían casarse tan jóvenes, sólo porque piensan que no pueden hacer nada más.
“Las jóvenes necesitan saber las funciones básicas de sus cuerpos y cómo comer para estar sanas. ¿Entienden ellas lo que pasa cuando están embarazadas y tienen un niño? No, para ellas es un misterio. Necesitan mejor ventilación en sus casas y menos calor. Sus pequeños deben usar ropa más floja y ligera.
Elizabeth empezó a tener más pacientes. En las calles le gritaban insultos, “no eres una verdadera mujer. Sal de nuestro barrio. Nadie te quiere. No tienes sentido de actuar como una mujer”.
Ella recibió cartas de amenazas y anónimos. “¡Cómo se atreve a pervertir las mentes de mujeres inocentes! ¡Cierre su negocio! ¡Detenga sus clases!”
Ella continuó las clases y publicó las conferencias. Ella recibió ayuda financiera y física para empezar un dispensario médico para los pobres. La mayoría de ellos eran inmigrantes de barrios desprestigiados. Las ratas infestaron sus apartamentos. Sin embargo, los inmigrantes no tenían prejuicios de mujeres médicos. La práctica de medicina e influencia de Elizabeth creció.
Por favor únase a mí para el capítulo final de “¡Tú no puedes ser doctora!”, parte cinco.
Soy Elena Gamez por Barbara Steiner. Visite: thisweeksstory.com
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