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Glenn Cunningham es quemado severamente en un incendio, pero se convierte en un campeón
This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.
El Volador de Kansas, parte uno
¿Sugirió un médico que las piernas quemadas de Glenn Cunningham fueran amputadas? ¿Cómo podría él correr los 1500 metros en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín en 3:48.4?
Periódicos y revistas, en todo el mundo, escribieron historias sobre Glenn en los años 1930. Algunas no eran verdaderas. El periódico Ripley’s Believe It or Not exageraba los hechos.
La mañana era fría el día del fuego en Rolla, Kansas. Era el 9 de febrero de 1917. El viento ardía en la cara y los pelos de la nariz se convertían en hielo. Glenn corría dos millas a la escuela con sus tres hermanos. Para preparar la escuela para los estudiantes y el profesor Floyd, el hermano mayor de Glenn, empezaban a hacer un fuego en la chimenea de leña. Esta tenía brasas calientes de la noche anterior. Floyd añadió estillas secas y alcanzó la lata de queroseno. No sabía que alguien había puesto gasolina en la lata.
Cuando derramó gasolina sobre la base del fuego, las llamas saltaron y cayeron en el pecho y estómago de Floyd. Glenn estaba cerca de él. Sus ropas alzaron fuego. Otro hermano trató de abrir la puerta de la clase, pero no abrió. Afuera, su hermana vio las llamas, oyó golpes en la puerta y pudo abrirla.
Floyd y Glenn se habían convertido en bolas de fuego. Floyd gritó, “rueda en la arena”. La ropa de Floyd se cayó y el overol de Glenn se le atoró. Sus medias, ropa interior y overol se quemaron en su cuerpo. Sus hermanos extinguieron el fuego en Floyd y Glenn.
Los cuatro niños corrieron las dos millas a casa. Estaban atormentados con la idea de que su padre podría tener que pagar por el incendio.
Pronto llego el doctor en su carro modelo T Ford a la casa Cunningham. Floyd se estremeció, pero actuó con calma. Quemaduras de tercer grado cubrían la mitad de su cuerpo alcanzando hasta sus riñones. Sus nervios sensoriales fueron destruidos; fue por eso que pudo soportar el dolor.
Glenn gritó sin parar. Era un niño, pequeño para sus siete años, y su dolor era insoportable. La mayor parte de sus piernas estaban quemadas. El doctor dijo a su esposa, “no creo que Floyd se recupere; Glenn quizás”.
Los vecinos trajeron comida y dinero, aunque tenían poco.
La primera semana el cambio de vendas causó un dolor insoportable a Glenn y pedazos de sus músculos de las piernas se arrancaron. Su padre y otros ayudaron a sostenerlo quieto mientras el doctor trabajaba en él. No estaba desarrollando ninguna infección. Floyd, de 13 años, desde su cama cantaba y contaba historias para consolar a Glenn.
El noveno día después del incendio Glenn estaba llorando. Floyd dijo suavemente, “quédate quieto, Glenn. Debes ponerte bien para así poder llevar al viejo Jack a cazar conejos”. Jack era el perro de Glenn.
Después de que Floyd había comido el desayuno, comenzó a cantar “Cuando Allá se Pase Lista”. Terminó y dijo, “oh, allí están los Ángeles detrás de mí, adiós a todos, adiós mamá y papá y todos los niños, adioooos”. A las 10:00a.m. dejó de respirar.
Soy Elena Gamez por Bárbara Steiner con una historia verdadera que continuará cuando Glenn comience a mejorarse.
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