This Week's Story

"Va a ser crucificado en la cruz. ¿Por qué?"

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.

No un Criminal, parte uno

Miles de personas llenaron las calles. Simón intentaba pasar por ahí. “¡No, no es posible”, dijo, “odio las multitudes, pero tengo que estar aquí en Jerusalén para la Pascua!”

El oía a mujeres llorando y soldados gritando, “Muévanse”.

Mientras se volvió para mirar, un soldado le agarró y le ordenó, “¡tú! recoge la cruz de ese hombre”.

Simón vio a un hombre tropezándose. El rostro del hombre tenía heridas. Estaba debilitado por lo duro que estaba siendo tratado. A pesar de que sus manos estaban callosas y su cuerpo musculoso, le era difícil llevar la cruz. Simón llevó la cruz; caminando junto a él, muy cerca, otros dos hombres llevaban cruces. Sus espaldas tenían heridas con verdugones y sangre.

Simón escuchó hablar a dos soldados que caminaban a su lado. “Va a ser crucificado en la cruz”. “¿Por qué?”

“No se han hallado cargos; pero

este hombre tiene enemigos poderosos. Su nombre es Jesús. Escuché que fue juzgado por el sumo consejo anoche. Ninguna de las acusaciones que tenían contra Jesús pudieron ser probadas, pero los líderes Judíos lo odian tanto que aun así lo culparon”.

“Finalmente el sumo sacerdote le preguntó, ‘eres el Mesías, el hijo de Dios.’” Él contestó, “Yo soy”. Y con eso estuvo.

El sumo sacerdote rasgó su propia ropa y gritó: “no necesitamos testigos. Él afirma ser Dios.” Así que lo sentenciaron a muerte. Y entonces, le vendaron los ojos y le dieron puñetazos una y otra vez.

Simón miró al hombre cuya cruz llevaba. ¡Así que era Jesús! Más de una vez había escuchado de él. Cuando Simón volvió a verlo, Jesús volteo la cabeza hacia algunas mujeres que lloraban.

Jesús dijo, “Hijas de Jerusalén, no llores por mí, lloren por ustedes y por sus hijos”.

Simón pensó, “¡este hombre es extraño! ¿Cómo le puede importar quienes lloran, cuando tiene mucho dolor?”

Uno de los dos soldados al lado de Simón dijo: “después del juicio anoche, Jesús fue llevado al gobernador Pilato. Los líderes religiosos judíos declararon contra Jesús, pero Pilato no encontró ninguna razón para ejecutarlo.

“Así que dijo a los líderes judíos, ‘lo encuentro inocente. Voy a pedir que le azoten y luego lo soltaré.’

“A pesar de lo dicho por Pilato, los líderes judíos junto con la multitud gritaban, ‘Crucifícalo.’ Hicieron un trato con Pilato. Es costumbre que cada año el gobernador libere a un prisionero. Los principales sacerdotes lograron que la multitud gritara: ‘¡Liberen a Barrabás! ¡Liberen a Barrabás!’ Ese tipo armó una revuelta contra el gobierno. Su sentencia es la ‘muerte’ esta es merecida.

“Pilato cedió al pedido de la multitud y anunció, ‘Liberen a Barrabás! ¿Qué debo hacer con Jesús entonces?’ ‘Ellos gritaron: crucifícalo.’ Esa fue la sentencia final para Jesús.”

Simón miró otra vez a Jesús. No vio ira en él. Más bien, con pasos asombrosos, el caminaba con propósito. Simón sabía que tenía que llevar la cruz hasta el lugar de ejecución, pero también quería ver a Jesús. No, este hombre no era un criminal.

Soy Elena Gamez leyendo una historia escrita por Bárbara Steiner mirando a través de los ojos de Simón en una carretera muy bien transitada, que se registra en los cuatro primeros libros del nuevo testamento.

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