This Week's Story

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Un centurión romano está conmocionado por lo que ocurre en la crucifixión de Jesús.

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.

Un Centurion Observa, parte dos

Éramos una multitud aglomerada en la oscuridad en la colina de la calavera. Envié soldados a encender antorchas y continué observando las tres cruces. Cada cruz tenía un prisionero clavado, luchando por respirar. Mi presencia era esencial. Con mi armadura y casco de plata, era la autoridad de Roma y odiado por la gente que me rodeaba.

¡Qué día más agitado en Jerusalén! Yo era el oficial encargado de la crucifixión de Jesús y los dos criminales. Cuando recibí órdenes, nunca esperé que algo inusual sucedería. En mi experiencia la crucifixión era común; sin embargo, la de Jesús fue diferente a cualquier otra que hubiéramos experimentado.

Me uní al ejército Romano de infantería a los diecinueve años. Disciplina y espíritu hacen nuestro ejército poderoso. Fuimos entrenados para caminar veinte millas por día con una carga de 80 libras, para nadar en los ríos, escalar montañas, penetrar los bosques y turión, empecé desde cero y fui promovido por mi coraje y habilidad. Soy responsable de cien soldados. Debo ser un modelo a seguir y líder en batalla y campaña. Somos parte del ejército más grande. Tenemos 28 legiones y 168.000 soldados. La muerte es nuestro deber y nuestra gloria.

Nada de mi vida militar me preparó para este día. Esta mañana a las 9:00 A.M., los guardas del templo judío nos entregaron al prisionero Jesús. Él había sido interrogado tres veces, azotado por los romanos y torturado. Cuando lo llevamos al lugar de ejecución, no sabíamos cuando iba a morir. La muerte por crucifixión es planeada para ser un proceso lento y agonizante.

Uno de los criminales al lado de Jesús se burlaba de él, “¡Así que eres el Mesías, el hijo de Dios! ¡Entonces sálvate a ti mismo — y a nosotros también!”

El otro criminal tenía una actitud diferente. Él dijo, “¿no temes a Dios aun cuando estás muriendo? Nosotros merecemos morir por nuestras malas acciones, pero este hombre no hizo nada malo”. Y luego, en su dolor, suplicó “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”.

Me asombré cuando Jesús, quien estaba ya sin aliento, respondió: “te aseguro, que desde hoy estarás conmigo en el paraíso." ¿Cuándo alguna vez oí un hombre muriendo en una cruz hacer esa afirmación? ¡Nunca! Luego, en la oscuridad oí a Jesús gritar, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

Los líderes judíos se burlaban, “El salvó a otros, pero no puede salvarse a el mismo!”

Su madre María estaba de pie junto a la Cruz. Jesús la vio al lado de Juan, evidentemente un amado seguidor. Con ternura dijo, “Mujer, he ahí tu hijo”. Se dirigió a Juan, “He ahí tu madre”. ¡Qué gran amor!

Cuando se oscureció, le oímos decir, “consumado está”. Inclinó su cabeza y murió. Inmediatamente la tierra tembló y grietas se abrieron. Mis hombres y yo estábamos aterrorizados. Luego yo dije, “verdaderamente, ¡este era el hijo de Dios!”

Esta noche tengo muchas preguntas. ¿Qué significa la muerte de Jesús? Debo aprender más de él.

Soy Scott Thomas por Barbara Steiner y como el centurión, lo más que sé de Jesús, lo más que quiero saber. Él recurso primario para esta historia fue la Biblia, pero también otros recursos históricos. Nuestra página web thisweeksstory.com.

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