This Week's Story

suscribirse a podcasts [click here] o reproducir el audio

Malas acciones fueron la firma de Manasés.

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.

Tropezando hacia Babilonia, parte uno

Malas acciones eran mi firma hasta que fui capturado por soldados asirios. Como yo era Manasés, rey de Judá, un anillo atado a una cuerda, fue forzado por mi nariz. Un soldado jaloneaba la cuerda mientras yo me tropezaba atado con cadenas en mis manos y pies, y sangre exudando de mis fosas nasales.

Yo estaba entre muchos prisioneros en una marcha fúnebre hacia Babilonia. Viajamos días y semanas no sé por cuantas.

Por primera vez, en mi memoria quería la ayuda de Dios. Hasta ahora lo había ignorado. Cuando crecí, Isaías y Miqueas, profetas famosos en mi país me enseñaron. Cuando trataron de enseñarme las leyes de Moisés, cerré mi mente en contra de sus palabras.

Para mí, padre era un radical tonto. Él trató de deshacer lo que él llamó las decisiones equivocadas de mi abuelo. Abuelo había ordenado que las puertas del templo del Señor fueran cerradas para que nadie pudiera adorar allí. En todas las ciudades de Judá tenía altares colocados para la adoración de dioses extranjeros.

Cuando mi padre se convirtió en rey, se reabrió el Templo. Se dedicó de nuevo a Dios. Para el festival de la Pascua, miles de personas fueron a Jerusalén. La celebración fue gigantesca y alegre con música hermosa. Yo considere los acontecimientos pascuales insoportables. Las personas confesaron su mala acción y pidieron el perdón de Dios. Por poco, me convencieron de que debía seguir al Señor Dios.

Después del festival, miles de altares a dioses extranjeros fueron destruidos. Ni el pueblo ni mi padre querían nada en el país para la adoración de dioses de otros países. Pensé que mi padre era demasiado extremo.

Era inteligente en el desarrollo de la preparación militar. Él también era rico y respetado en gran medida, ¡pero muy religioso! Cuando murió, me hice cargo de cambiar el país. Yo fui más exitoso que mi abuelo en liderar a mi pueblo en la adoración de dioses extranjeros. A ningún profeta se le permitió enseñar que hay un solo Dios verdadero.

No me puse límites a mi exploración de lo sobrenatural y lo que mi padre había abolido. Tuve altares extranjeros colocados en el templo. Algunos de mis hijos quemé como sacrificio. Consulté con psíquicos. Profetas, que creían en un solo Dios verdadero, vinieron a mí con lo que llamaron mensajes de Dios. Yo maté a muchos de ellos.

Un profeta me dijo: "Manasés, rey de Judá, has cometido pecados detestables. Has hecho más mal que los Amoritas que te precedieron. Has llevado Judá en el pecado con tus ídolos. Por lo tanto, esto es lo que el Señor, el Dios de Israel dice: "Yo voy a traer tal desastre sobre Jerusalén y Judá, que los oídos de todo el que lo oiga van a sentir un hormigueo.” Estos mensajes eran repugnantes escuchar. Tuve un profeta, mi viejo profesor Isaías, colocado en un tronco y serruchado en dos.

Después de que los asirios nos derrotaron y fui arrastrado encadenado a Babilonia, lloré a Dios por ayuda. Llegué a entender que yo había arruinado a mi país y a mí mismo.

Después de un año de prisión, fui liberado y autorizado a regresar a Judá como su rey. Di gracias a Dios y animé a mi pueblo para adorar al Señor Dios. Las personas estaban confundidas. Mis cincuenta y cinco años como rey de Judá, son recordados como una tragedia. Pero, mi nieto Josías se convirtió en un rey para celebrar. No vivió con pesar como lo hice yo.

Soy Elena Gamez con una historia de la Biblia que me recuerda a las consecuencias y el perdón de Dios. Por favor visite thisweeksstory.com.

<< historia previa] [próxima historia >>


Facebook Join the conversation.