This Week's Story

La esposa de Potiphar persigue y acosa a Jose.

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.

Inocente, parte dos

“Míren” un venderor ismaelita estaba encogiéndose de emoción mientras hablaba. “Potifar, el capitán de los guardias del palacio, está aquí.  ¿Está comprando esclavos para él mismo o para Faraón?”

La subasta de esclavos empezó. Un hombre jóven esclavo fue presentado. No tenía cicatrices obvias, se veía de buena condición, y de buen aspecto.

“¿Cuánto quieren dar por este hebreo?”

Potifar habló muy fuerte, “Treinta monedas de plata.”

Otro egipcio gritó, “treinta y dos.”

Potifar habló con autoridad, “Treinta y cinco monedas, es mi oferta final.”

Nadie ofreció más. Ese hombre era poderoso, capitán de los guardias del palacio y jefe de verdugos.

Potifar notó la confianza en su nuevo esclavo, y preguntó: “¿Cuál es tu nombre, muchacho?”

“José”

“¿De dónde eres?”

“Canaan”

Habló sin titubear

“¿Por qué estás aquí?”

“Mi familia tuvo problemas y fui vendido a comerciantes de hombres y especias.”

“¿Cuáles son tus habilidades?”

“Puedo leer y escribir. He ayudado a mi padre con registros en su negocio, supervisando nuestro ganado.”

“Trabajarás en mi casa.”

José se impresionó al ver el terreno de Potifar. Incluía la prisión del estado, una granja grande y casas para su familia y esclavos. Potifar también era responsable de la seguridad personal de Faraón.

La familia de Potifar trataba a José como si fuera un desterrado, porque era un extranjero, un hebreo y un pastor. Sorprendentemente, Potifar comenzó a probar a José con diferentes trabajos. Cada uno fue desempeñado mejor de lo esperado. Potifar concluyó, “el Dios de este esclavo lo está ayudando.” José fue nombrado supervisor de los esclavos, las cosechas, el ganado y las operaciones del negocio. En todo prosperó sacando ganancia y no le causaba nada de problemas a Potifar.

Su casa se convirtió en su palacio. Pensaba, “En casa no tengo preocupaciones. Cada día puedo pedir lo que quiero de comer y disfrutar a mi esposa.”

Sin saberlo, su esposa se estaba obsesionando con José. Ella pensó, “No me importa si José es el esclavo de mi esposo. Yo lo quiero”. “José”, le pidió un día, “Ven a mi habitación esta tarde.”

José observó a Ahset consciente de su belleza, y horrorizado por su petición. Después oró rogando: “Dios de Abraham, dame sabiduría.”

“Ahset, Potifar me tiene confianza con todas sus posesiones. Soy responsable por todo lo que hay en su hogar, excepto tú. Tú eres su esposa. ¡Que Dios me libre de traicionar a Potifar y pecar delante de Dios!”

Ahset no estaba desanimada, estaba decidida a tener a José. No era seguro para él estar en la misma casa con ella; sin embargo muy seguido tenía trabajo ahí. Una mañana ella lo jaló de su brazo y camisa y dijo: “Ven conmigo.”

José huyó, dejando su camisa en su mano. Ella gritó aparentando horror; y personas de la casa corrieron a verla. Ella dijo: “El supervisor de mi esposo trató de violarme. Yo le rogué que no me lastimara.  Entonces grité y él escapó, dejando aquí su camisa.”

Potifar se encendió en ira. José fue a dar a la prisión estatal. Ahí él se preguntaba, “Dios, no entiendo. ¿Me has abandonado? No, no lo creo. ¿Cuál es tu voluntad?”

José continuaba fiel. El jefe carcelero reconoció su valor y le dio responsabilidades dentro de la prisión. Los años pasaron sin que lo liberaran. Aun cuando un prisionero que logró salir prometió ayudar a José, no llegó la ayuda. Pero Dios no había abandonado a José.

Soy Scott Thomas. Pronto tendremos otro capítulo de la vida de José, basado en la Biblia.

<< historia previa] [próxima historia >>


Facebook Join the conversation.