This Week's Story

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Se permitiría a las mujeres para ayudarles? Los soldados heridos yacían en los campos de batalla de la guerra civil.

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.

El Ángel de la Batalla, parte dos

La garganta de Clara Barton estaba irritada y su nariz goteaba cuando el aire frio golpeaba su cara. Ella estaba decidida a escuchar el discurso inaugural de Abraham Lincoln. La gente había asegurado que él sería asesinado antes de convertirse en Presidente. Muchos sureños creían que él representaba al enemigo, el norte. Ahora estaba ahí en un estrado al aire libre cerca del Capitolio en Washington D.C.

Clara le escuchó atentamente. Ella pensó, "no está evitando temas difíciles. El entiende bien la frustración de la gente sobre la esclavitud, y sabe que el pueblo está cerca de ser dividido en dos naciones que lucharán entre sí. Su pasión es salvar la unión".

El discurso de Lincoln fue dado el 22 de febrero de 1861. Dos meses después comenzó la Guerra Civil. Desde niña Clara mostró dedicación como enfermera y profesora, para ayudar a la gente cerca de ella, pero no a nivel nacional. Ahora su visión había cambiado.

A medida que soldados llegaban y acampaban fuera del capitolio, ella se involucraba. Su preocupación por “susmuchachos”, la empujó a acción. Ella escribió a escuelas, iglesias, clubes cívicos y personas solicitando suministros para los soldados. Cientos de cajas llegaron. Ella alquiló un espacio para las cajas y acondicionó una esquina para su vivienda.

Después de la primera batalla de Bull Run, los hombres heridos llegaban por montones a Washington D.C. 65 mil americanos, inexpertos en la guerra, habían luchado entre sí. Los hombres fueron hechos pedazos con los disparos de corta distancia.   Cinco días después de la batalla, hombres continuaban llegando a los hospitales. Muchos no recibían atención médica en el campo de batalla. Una experiencia que quedó grabada en la mente de Clara y la hizo buscar ayuda, fue cuando movió a un soldado que por una infección en su pie, se le cayeron sus dedos.

Muchas otras mujeres en Washington reunieron suministros y fueron voluntarias en hospitales militares. Ninguna enfermera era autorizada para atender hombres en los campos de batalla. Clara escribió al cirujano general de Estados Unidos pidiendo permiso para ella misma ir en primera línea en los combates. Su respuesta fue, "¡No!" Clara sabía sus objeciones. Ya antes había recibido las mismas respuestas de otros funcionarios y generales. "Las mujeres corren al ver sangre. Las mujeres no son lo suficientemente fuertes para levantar los cuerpos de los hombres. Cuando las mujeres ven hombres heridos, se desmayan.  Serían una carga."

Cuando Clara fue al Mayor Rucker, auxiliar de Intendencia General, él le preguntó: "¿qué quiere usted?" Estaba tan frustrada que comenzó a llorar. Luego se controló. "Tengo un almacén de suministros para los heridos. Necesito transporte.

Él le dijo, "necesitamos desesperadamente lo que tienes. Solicitaré vagones para que muevan los suministros a las líneas frontales. Aquí está un pase para que salga de Washington, D.C. con los vagones y pueda ir al frente. Dios le bendiga."

En los siguientes años Clara fue llamada a los campos de batalla y a los desastres naturales en muchos países.  Para ella fue difícil ver el sufrimiento de la gente, y la destrucción de sus vidas y propiedades. Entonces Clara se enfocaba en la próxima persona para ayudar.  Los soldados le llamaban “El Ángel de la Batalla”

Soy Scott Thomas por Bárbara Steiner. Me pregunto ¿cómo cuidar las heridas que vemos y de las que escuchamos en nuestro país? Chequea nuestra página web: thisweeksstory.com.

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