This Week's Story
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Imagina a tres hombres arrojados a un horno y luego alejándose de él sin quemaduras ni olor a humo.

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.
Nabucodonosor: ¡Soy grande
y pequeño! parte tres
El ser invisible me asombra y fascina. Puedo aparecer en la historia donde y cuando me plazca, pero no puedo cambiar la historia.
Hace unos 2500 años atrás, Nabucodonosor fue el dictador en Babilonia. Ahora está muerto. Un día que lo visité. Estaba hablando con una estatua.
"Oh gran dios Nabu, ¿puede ayudarme? ¿Es usted grande como el dios de Daniel? El dios de mi Asesor judío Daniel me reveló un sueño que tuve. Usted no me reveló nada. Si voy a llegar a ser el rey más poderoso en la historia babilónica, conquistar muchos países y extender las fronteras de mi reino, necesito la ayuda del dios más poderoso. ¿Califica usted?".
Estoy pensando que el rey Nabucodonosor es muy extraño. ¿Cree que un trozo de cerámica le oye? Él no es estúpido. A los 29 años de edad dirigió al ejército babilónico a la victoria sobre los egipcios y los asirios.
Cerca de la ciudad de Babilonia veo que dedican una gigantesca estatua de oro que mide noventa pies de altura y nueve pies de ancho.
Funcionarios de todas las provincias han recibido la orden de asistir al evento. El rey ha exigido que toda persona presente se incline a tierra y adore la estatua.
Un anunciador proclama, "cuando escuchen la música, inclínense hasta el suelo. La persona que se niegue será arrojada al horno de fuego ardiente". La música suena y como robots las personas obedecen al rey.
Un grupo de los astrólogos del rey se escabullen hacia el rey, "Los tres judíos que usted puso a cargo de la provincia de Babilonia se niegan a inclinarse ante la estatua".
Los tres fueron llevados a Nabucodonosor. Con inmenso descontento él preguntó: "¿es verdad que no adoraran la estatua? Si no obedecen, serán lanzados al horno. Ningún dios podrá rescatarlos".
Sin titubear los hombres respondieron, "rey Nabucodonosor, si nos lanzan al fuego, el dios que servimos nos salvará. Aún si no nos salva, nunca serviremos a sus dioses ni adoraremos la estatua de oro".
El rey se enfureció y gritó, "calienten el horno siete veces más. Aten a estos miserables y arrójenlos al fuego".
Los soldados más poderosos del rey lanzaron a Sadrac, Mesac y Abed-nego al fuego infernal. Los soldados no escaparán de las llamas y se quemarán hasta morir.
El rey de repente exclamó, "¿no eran tres los hombres en el fuego?".
“¡Sí!”
"Pero veo a cuatro hombres. Uno se ve como un ser divino".
Nabucodonosor llama, "¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del dios Altísimo, salgan!"
Ellos salen y la gente se amontona alrededor. ¡Los hombres no tienen quemaduras! Ni siquiera huelen a humo.
Nabucodonosor habla, "¡Alaben al dios de Sadrac, Mesac y Abednego! Él envió a su ángel para rescatarlos. Yo decreto que, si alguien habla en contra de él, será ejecutado. Ningún otro dios puede rescatar como él lo ha hecho".
Los babilonios se retiran a sus casas, algunos con pensamiento tranquilo y algunos muy llenos de asombro.
Soy Elena Gamez para Bárbara Steiner, maravillada con esta historia del libro de Daniel en la Biblia.
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