This Week's Story

Dorothea Dix había escuchado hablar de éste lugar para lunáticos y prisioneros y estaba decidida a comprobarlo.

This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.

El Nido de un Cuco, la vendimia 1841, primera parte.

Dorothea fue conducida a una celda de la cárcel. Veinte presas la observaban. Había escuchado hablar de éste lugar para lunáticos y prisioneros y estaba decidida a comprobarlo.

Primero, ella dio la lección en la escuela dominical. Leyó el versículo de la Biblia, oró, cantó un himno y empezó a hacer preguntas a las mujeres sobre ellas. Ellas respondieron, tal vez porque Dorothea tenía presencia y estaba interesada en ellas.

"¿Por qué estás aquí?"

“Estaba borracha en público”.

“¿Por qué estás en la cárcel?”

“Me robé un vestido de la tienda general”.

"¿Cuanto tiempo llevas aquí?"

"Cinco años”.

“¿Qué crimen cometiste?”

"No estoy segura. No tengo ningún lugar a donde ir”.

“¿Por qué te arrestaron?”

"Mi marido dijo que yo era demasiado violenta y lo golpié”.

Cuando el carcelero se quedó observando, Dorothea preguntó: “Me gustaría dar una visita a la prisión”.

“No, señorita Dix, éste no es un lugar adecuado para usted”.

“No se preocupe, estoy acostumbrada a tomar esas decisiones.

Permítame ver dónde están las prisioneras encarceladas”.

En una sección, Dorothea vió a mujeres encadenadas en celdas muy frías. Ellas solo llevaban trapos y temblaban. Era marzo y las temperaturas de invierno a menudo eran bajo cero o más.

"¿Quiénes son estas mujeres y por qué viven en estas condiciones tan horribles?"

“Ellas son lunáticas”.

Una mujer gritó. Dorothea se dirigió hacia donde se escuchaba el grito y encontró a una anciana en una pequeña jaula. En otra había una mujer más joven, escuchaba pero no respondía a nada.

Dorotea vió las celdas y ninguna tenía ningún mueble, ni inodoro, sólo paja sucia en los pisos. Trató de evitar las ganas de vomitar por los olores podridos que llenaban las celdas.

“¿Por qué estas mujeres viven en estas condiciones?”

“Señorita Dix, usted no entiende. Ellas han perdido la razón y deben mantenerse alejadas de la gente”.

"Ellas necesitan calor en sus celdas".

"Ellas están enfermas mentales y no necesitan calor, y no es seguro tener una estufa cerca de ellas. ¡Ellas podrían encender un fuego!”

Dorothea terminó su visita a la cárcel, pero las jaulas, los gritos y los rostros de las mujeres marginadas no la dejaron.

Esa semana en 1841 el tribunal estaba en sesión en Cambridge, Massachusetts. Dorothea presentó un caso para la reforma de la cárcel. Tan pronto como se hizo público, la gente local estaba enojada con ella.

Los periódicos la ridiculizaron. Sin temor, comenzó a investigar las condiciones de vida de los enfermos mentales en el estado de Massachusetts. Por 18 meses, viajó por el estado y tomó notas sobre cada lugar en donde una persona demente estaba retenida. Ella escribió en su informe a la legislatura estatal sobre los individuos mentalmente perturbados, en especial los pobres, que eran "arrojados a jaulas y corrales encadenados, golpeados con varas y atados." Ella abogó para que la legislatura estatal diera cuidado a los enfermos mentales.

Soy Elena Gamez por Barbara Steiner, con Dorothea Dix, la voz de los enfermos mentales en los Estados Unidos en el siglo XIX.

Les invitamos a seguir las historias en www.thisweeksstory.com.

<< historia previa] [próxima historia >>


Facebook Join the conversation.