This Week's Story
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Harriet Tubman escapaba a la libertad; luego se convierte en un conductor en el ferrocarril subterráneo secreto.
This Week’s Story relives American history and the Bible through brief inspiring stories presented on mp3 audio recordings and text for reading.
¡Qué mujer!
¡Qué mujer! Ella no era fea, y no era bonita. No llamaba la atención, a menos que supieras quien era ella. Si la veías con cuidado podía dejarte atónito. ¿Qué mujer en los años mil ochocientos podría hacer lo que hizo Harriet Tubman? Era una esclava fugitiva, conductora del ferrocarril subterráneo, espía militar en la guerra civil, exploradora, cocinera y enfermera. No sabía leer ni escribir, tenía ataques de epilepsia y ataques de sueño repentinos, pero también era fuerte, valiente y audaz.
Harriet nació alrededor de mil ochocientos veinte en la esclavitud del estado de Maryland. Como niña esclava, sus dueños le “proveían” maltratos y ella no tenía quien la protegiera. Escuchaba historias con su familia e historias de la Biblia y recibía mucho amor. Su fe en Dios la fortalecía.
A los cinco años fue forzada a revisar las trampas de las ratas en los ríos congelados. Muy pronto se enfermó tanto que ya no pudo trabajar. Su siguiente trabajo era cuidar al bebé de los dueños de una plantación. Era golpeada si el bebé lloraba y le quedaron marcas de esos latigazos para el resto de su vida. A la edad de doce años trabajaba en el campo en la siega, arando y acarreando madera. A la
edad de trece, trató de defender a un esclavo que huía. Su jefe le aventó a él dos libras de hierro, pero en vez de pegarle a él, le pegó a Harriet en la cabeza. Sus ataques y sus problemas con el sueño resultaron de ese golpazo. Cuando oyó que iba a ser vendida a un grupo de presos encadenados, inmediatamente planeó escaparse y salir hacia su libertad. Una mujer blanca le ayudó a tener contacto con personas para encontrar una casa segura. Viajando de noche, pudo llegar al estado libre de Pensilvania.
Dijo, “Cuando me vi cruzando esa frontera, me vi mis manos para ver si era yo la misma persona. Había tanta gloria en todas las cosas, el sol se filtraba por los árboles y los campos, como si fuera oro, y sentía como si estuviera en el Cielo".
Pronto empezó a trabajar para poder ayudar a sus amigos y familia a ser libres. Fue conductora de un ferrocarril subterráneo. Este era un grupo secreto de gente que cooperaba para ayudar a esclavos a ser libres.
Los fugitivos estaban siempre amenazados con perros bravos, golpizas y cazadores de esclavos que deseaban cobrar recompensas. ¡Siempre, había peligro!
Se ofrecieron grandes recompensas por capturar a Harriet. Una vez por poco y la capturaron cuando escuchó a un hombre leyendo un poster donde ella era descrita como analfabeta. De alguna forma ella consiguió un libro y fingió leerlo. Oh, sus tácticas eran muchas e inteligentes. Mantenía una regla en misiones de escape: “¡No regresar!” Ella cargaba un revólver y les decía a los fugitivos que querían regresarse o rendirse, “¡Serás libre o muerto!” Explicaba que un fugitivo vivo podía hacer mucho mal al regresar, pero uno muerto no podía decir secretos.
Ella era obedecida, respetada y nunca perdió un pasajero. No le interesaba mucho ella misma. Se le da el crédito de haber hecho diecinueve viajes de rescate para más de trecientos esclavos por más de diez años. Su recompensa no era dinero, sino la libertad de su gente.
Ella creía que su vida tenía un propósito específico dado por Dios. Le dijo a un entrevistador, “Ahora, ¿usted piensa que Él quería que yo hiciera esto por un día o una semana? No! El Señor, quien me dijo que cuidara a mi gente, quiere que lo haga mientras viva. Así que yo solo hago lo que Él me pidió que hiciera".
Soy Scott Thomas con la historia de la extraordinaria Harriet Tubman.
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